sábado, 31 de octubre de 2015

En el otoño... De la vida

En el otoño, así como en la vida, la belleza se ve enriquecida por la variedad de colores...

Una de las estaciones que más me gusta, como creo que habréis notado, es la del otoño. 
Brilla el sol y aunque ya no abrase, si calienta lo suficiente para que resulte agradable.
Ilumina y te roza con más delicadeza, mimándote suavemente, como un bien precioso,
tal y como pasa con las caricias de la madurez.
Las hojas, yo diría que se visten de gala, mostrándonos toda su riqueza de colores,
avisándonos, mientras se tiñen de distintas tonalidades, que lo mejor está por venir.




Estoy cansada de escuchar a gente decir que no quiere cumplir años, incluso a quien deja de celebrar ese día especial, añadiendo que desearía volver a la "juventud" para revivir experiencias, sin darse cuenta de que, mientras están lamentándose por ello, se privan de vivir lo que está sucediendo en el momento presente, en el aquí y el ahora.

Quien diga que a una determinada edad se deja de sentir está totalmente equivocado, tal vez los instintos tengan más de humano que de animal, son menos irracionales, pero no menos pasionales ni apasionados, las emociones siguen estando a flor de piel, aunque con los años vamos aprendiendo a  disimularlas y a controlarlas mejor, por prudencia, por resultar tan intensas que se conservan celosamente, para uno, para dos, por miedo a pinchar el sueño, si es algo nuevo, o a deshacer el hechizo si perdura en el tiempo.
Eso, a mi modo de ver, lejos de ser negativo es todo lo contrario, y es que uno toma conciencia de que cada caricia, cada beso, cada roce, son un regalo.
Se desea sin miedo, sin temor a perder, como si el saber que en el momento menos pensado té puedes caer del árbol, te condujera a una contínua adoración de la rama en la que te sostienes,  con la seguridad de que quien quiere mecerse a tu lado lo hace con convencimiento, sin necesidad de aparentar o disimular, bien sea para una estación , para dos o para el resto de la vida...

Se aprende que, como pasa con el otoño, la belleza no está solamente en la explosión de la primavera, que cada persona posee, como cada hoja, una hermosura única y más apreciable cuando toma su color diferenciador, el verde es bonito, pero apenas difiere en sus matices, sin embargo los ocres, rojos, granates y naranjas nos muestran lo que realmente esconde cada hoja.

Son, como nosotros,  mágicos, únicos, sorprendentes...



Conservan viveza, se siguen meciendo con el viento y aunque tengan muescas, roturas o daños, que las ennegrezcan, siguen siendo hermosas.

Pasa el tiempo y con los años, muchos de nosotros, nos volvemos más temeroso, conformándonos con lo vivido, y protegiéndonos, manteniendo siempre presente aquello que por vivencias o creencia nos ha dañado, sin aventurarnos para no volver a sufrir.

Ayyy, cuantas cosas nos perdemos con esa actitud conservadora...

Cada otoño es una nueva experiencia, para algunos triste, no se sienten capaces, aunque los son, de disfrutarla, no se sientan a ver la lluvia caer, solamente notan que se mojan, se fijan en lo que va a suponer, no en el olor de las chimeneas, añoran la luz intensa del sol , sin reparar en las nubes, que con sus preciosas formas y grises corretean jugando a nuestro alrededor.

Igualmente en nuestro otoño, las personas, nos centramos en cada dolencia, carencia o merma que tenemos, sin reparar en todo lo que no nos afecta, en lo que seguimos conservando, en lo que se esconde detrás de cada arruga, en lo que va más allá de lo aparente,  priorizamos una vez más lo banal,  lo negativo.
Nos gusta compadecernos de nosotros mismos, es como si bajo el manto de la autocompasión nos sintiéramos protejidos.

Pues no amigos, jaleemonos para animarnos a seguir viajando ilusinados, hay tantas cosas que descubrir, tantos matices con los que vestirnos,  y, ya sea en la estación que sea, siempre disfrutando. 

La vida es una y corta ¿vamos a malgastarla con añoranzas?
Síntamonos agradecidos por lo que hemos vivido, y por todo lo que nos queda por vivir.

 Lo transcendente es amar, vivir y sentir no importa si en rojos, naranjas, ocres o granates, o, en invierno, cuando lleguen las nieves, en un blanco inmaculado...


viernes, 23 de octubre de 2015

Expresar para soltar...

Quien consigue expresar da rienda suelta a sus emociones y se libera...

Hace unos días me hicieron un regalo, un regalo doblemente hermoso, he de reconocer que siempre me da una cierta vergüenza recibir obsequios, este me emociono por dos motivos diferentes.

En primer lugar porque la persona que me lo dio, lo encargó con todo el cariño, expresamente para mi,  y en segundo, porque quien lo realizó, dio rienda suelta a su expresividad y consiguió transmitir arte en cada pequeño detalle y en todo lo que conformaba su conjunto.
El artista no sólo pintó unas piedras, sino que tuvo que buscarlas y  recogerlas, y no unas cualquiera, las que tuvieran el grosor y forma necesaria para conformar su obra, cada una con su diseño propio pero a su vez sin dejar de ser parte del todo.
Consiguió expresar cosas que sentía, logró abstraerse y centrarse en aquello que deseaba crear. Que afortunado!

Quiero dar sinceramente las gracias a ambos, por compartir conmigo esa pequeña parte de ellos.

Todos tenemos dentro un torrente de emociones a dejar fluir, emociones que transitan en nuestro interior, buscando la manera de salir para no anidar, porqué si lo hacen pueden llegar a dañarnos.

No os ha pasado, en ocasiones,  que os sentís tan contentos, o tan tristes, que tenéis ganas de gritar... son las emociones que quieren expresarse...

 Cuantas veces nos sentimos constreñidos, o como dice una buena amiga cuando no consigue escribir, "estreñidos" de ideas, o "estreñidos" de vehículos de transmisión.

Sería precioso que consiguiéramos encontrar la manera de vaciar nuestro interior y plasmar lo que llevamos dentro, no importa cómo.

Ya sea  a través de las palabras, de la música, la pintura, de la fotografía, la artesanía, de la escultura, la peluquería, el diseño, el deporte, del cine, de la escenografía, o de cualquier disciplina que nos apasione, lo importante es que nos sintamos en cada brochazo que demos.

El valor de nuestro vehículo de expresión está en la variedad y riqueza de las emociones que metemos en el, a veces tristeza, ira, alegría, amor, ilusión, esperanza, olvido, o desamor, es lo mismo porque todas son igual de apasionadas y apasionantes, y todas nos ayudan a liberarnos y a limpiar nuestro interior para poder comenzar de nuevo saneados y preparados para escribir una nueva página de nuestra historia.

Soy de la opinión de que tenemos que intentar aferrarnos lo menos posible, tanto a los sentimientos, como a nada que poseamos, lo material, o que  creamos poseer,  la pareja, los amigos, o los hijos. Disfrutándolos pero sin sentirnos tan amarrados que nos opriman.

"Debes amar de tal manera que la persona que ames se sienta libre", Thich Nhat Hanh

Para deshacernos de miedos y prejuicios, para gritar al mundo tu alegría, tu rabia, tu dolor, exprésalo en "voz alta", de la forma en la que te encuentres más cómodo, deja manar todo eso que te desborda y te sentirás tremendamente relajado.

Por eso veo importante expresar para soltar!

Intentadlo, expresad, veréis como os sentís liberados y renovados, a veces lo que se nos va quedando dentro ya sea bueno o malo nos conduce directamente, a la nostalgia, la frustración, y lo que es peor a la tristeza. 

Saquemos fuera los sentimientos, para poder llenarnos, de continuo, con aquellos que nos alimenten en positivo.





sábado, 17 de octubre de 2015

Este post va de contemplar...




Hay cosas que son bellas... independientemente de quien las mire y de como se miren...


Este post, de hoy, pretendo que sea mucho más de contemplar, de disfrutar con la mirada, que de leer.
No soy una experta fotógrafa, soy una aficionada, más que a la fotografía a plasmar lo que mi retina, desgraciadamente, no puede conservar, ni acumular, por eso esta entrada va más, de sensaciones que de buenas instantáneas.

Cada vez que salgo a dar un paseo me admira la belleza de lo que nos rodea, es un inmenso placer notar que mantengo, a estas alturas de mi vida, la capacidad de asombro.
Ya sé que habrá quien piense, con esto que voy a decir, que soy... infantil, lunática... cabrían muchos calificativos, que en ningún caso me molestan, porque, me siento afortunada, yo, amigos , cuando contemplo me emociono, a veces, hasta casi llegar a las lágrimas, es tan increíblemente hermoso que me siento envuelta con un manto de admiración y gratitud máximos.


Que pequeños somos ante tanta inmensidad y nos creemos el ombligo de todo...
Dicen que mirar con humildad engrandece el alma...


A pesar de los escollos, de las piedras, grandes o pequeñas, que encontramos,
además de los momentos oscuros donde las hojas cubren el sendero,
el camino es digno de disfrutarse...





La vida a veces se ve enmarañada, uno se siente terriblemente abrumado,
hay que mantener la calma, reconocer los colores y las formas,
para poder vislumbrar, así, entre el follaje...porque la luz y lo bello están ahí.



Siempre enfrentando los problemas sin perder la dignidad, con la cabeza alta,
siendo conscientes de que todos pasamos por momentos difíciles, no somos los únicos,
ni raros, somos humanos...


Aceptando, a veces sin comprender, pero confiando en la vida y dejándonos fluir...




El camino continua, todo pasa y de pronto..,en un recodo, la vida cambia su color,
te hace un guiño y te encuentras sonriendo...te ha vuelto a sorprender una vez más...


Ayer, me dijeron algo que me emocionó profundamente, es un pensamiento que yo siempre he sentido, pero que no siempre he podido exteriorizar, quizás por temor, infundado o no, a no ser comprendida,

¿te gusta? pregunté excitada por todo lo que estaba viendo, 
y me contestaron: me gusta, pero mucho más porque te gusta a ti... 

Pues eso quiero deciros, lo compartido todavía es más bello... si cabe...
Gracias por contemplarlo conmigo, a ti, y a vosotros! 


(Las fotos están tomadas en el "Camino de Sorogain" Roncesvalles, Navarra)

miércoles, 7 de octubre de 2015

Oír no es escuchar...


Para comprender no sólo hay que oír, hay que escuchar...

Una de los "ejercicios" que más me han fascinado siempre es el de escuchar. 

Suelo sentarme el el jardín, cerrar los ojos y centrarme en escuchar todos los sonidos a mi alrededor, los distintos pájaros, el viento moviendo las hojas de los árboles, un balón rebotando, los motores de los coches, las risas de los niños, los ladridos de los perros, el agua al salir por los aspersores, el crujir de mi hamaca, mi respiración pausada...  hay tantos que nos pasan desapercibidos... Y es que la mayoría de las veces solamente oímos, no escuchamos. 
Es increíble lo que se aprende observando y ejercitando una escucha libre de prejuicios, y llena de respeto, al menos eso intento, no siempre con éxito, sería pretencioso e incierto afirmar lo contrario. 

En este mundo de locos, en el que vivimos, que va a tanta velocidad, donde detenerse es un lujo, ceder nuestra atención en beneficio de otro es, muchas veces, un acto también costoso.

Siempre he considerado que no somos del todo conscientes ni de cómo actuamos, ni de cómo reaccionamos.

En muchas ocasiones, es tanta nuestra rabia, nuestro enfado con el momento que nos toca vivir, que necesitamos verbalizarla continuamente, repitiendo las sensaciones negativas que tenemos una y otra vez, es verdad que a veces puede resultar cansino si el que lo oye no está en atención de escucha, o si tiene tanta necesidad de expresar sus propias inquietudes o miedos que los ajenos le resultan repetitivos, no es que no le importen es que antepone su yo, cosa a mi modo muy normal si uno tiene la mente inquieta, al de los demás, igual que sucede con el parlante, que olvida a quien tiene enfrente ocupándose, solamente, de exponer sus desasosiegos...

Cuando nos sentimos presionados por las contrariedades de la vida, basta una pequeña chispa para que nuestra mente explote, y explosione lanzando fragmentos de frustración, inseguridad, rabia, dolor,  a diestro y siniestro, esquirlas que, sin pretenderlo en ocasiones,  pueden dañar a otros, mientras que a nosotros nos producen breves momentos de auto afirmación, y de ego, al considerarnos poseedores de la verdad.

No hay verdad más absoluta que reconocer que la verdad no es absoluta...

Todos nos encontramos, en ocasiones, en ambas situaciones, resultándonos así, muy difícil entendernos a nosotros mismos y mucho más comprender a los demás. 

Es increíble lo mucho que queremos a nuestros amigos, familia y personas más cercanas y lo que nos cuesta aceptarlos como son, yo entono el mea culpa;   Cuantas veces, de una manera automática, enjuicio dejándome llevar, a veces, por la defensa de lo que subjetivamente consideró más lo necesita, sin reparar en que ambas partes, tienen o tenemos, seguro, motivos, y razones, conscientes o inconscientes, o que me he empecinado en algo que en modo alguno justifica la tensión o el enfado.

Una escucha activa enseña mucho, nos lleva a reflexionar, a ceder espacio, a empatizar, a comprender...

Somos seres distintos, plenos, cada uno con su realidad y su irrealidad, y en su momento del camino, no queramos llevar a nadie a nuestro terreno, ni lo exijamos, tal vez no sea el suyo... Aprender, aprendemos más en las diferencias que nos hacen reflexionar y tal vez cambiar...

No nos vaya a pasar como al mono que por creer que ayudaba al pez, o por realizarse a sí mismo, acabó con el... 

 Yo voy a intentar no sólo oír, sino escuchar, ¿os unís?

PD: a quienes que no se hayan sentido escuchados por mi parte pedirles disculpas y decirles que les quiero.


(Cuento ZEN, imagen Google)

jueves, 1 de octubre de 2015

Los "payasos" también lloran...

Hay personas que pasan tan de puntillas con lo que respecta a sí mismas que apenas se las nota, mientras que repiquetean cuando se trata de animar al otro.

Todos conocemos personas a nuestro alrededor que con sólo una mirada, o un gesto, ya nos hacen sonreír, personas que siempre están abiertas a escuchar y a hacer de este mundo un lugar más amable gracias a su sonrisa.
Personas que bromean, intentando así quitar hierro y dureza a lo que nos acontece, personas capaces de dar la vuelta a las situaciones más difíciles poniendo una nota de humor que dulcifica.

<Ay, ay, ay, decía el padre, cuando el dolor le achuchaba,
ay , ay, ay, que se me ha muerto el canario, cantaba la hija, 
pellizcándole el moflete, con el amor vestido de música y sonrisa,
él la replicaba, hija ¿es momento? ...
y ella contestaba: mejor momento que este ninguno, estamos juntos, y nos queremos, pongámosle humor a la vida y todo "palante",
y él, él sonreía...
y a ella, a ella, también le dolía...>

¿Alguien se ha parado a pensar que sienten los "payasos"?
nos hemos acostumbrado a verlos siempre sonriendo, casi podríamos decir que tienen una actitud burlesca con la vida, es lo que esperamos de ellos, pero no nos detenemos a pensar en como se sienten, rara vez preguntamos, bufff no vaya a ser que nos sorprenda su respuesta... un "¿que tal?" rápido y a otra cosa, más bien a nuestras penas o a nuestro rollo...
nosotros les asignamos un rol y después, paradójicamente, muchas veces, muy dignos, cuerdos y conscientes nosotros, los tachamos de inconscientes, de locos, como si la vida les importará poco o no se dierán cuenta de la realidad que viven, pero es que además, si somos sinceros, casi nos molesta si alguna vez vemos un leve signo de flaqueza en ellos, es como si al intercambiarse los papeles nos diera miedo asumir el suyo...
 
Pues... A esas personas que hacen sonreír a los demás, a esos bromistas del destino, a esos payasetes inconscientes, también les duele la vida...

¿Que tal si alguna vez nos ponemos en su lugar y "payaseamos" un rato?, ellos nos lo agradecerán , siempre es bonito que alguien te haga sonreir y ellos, como todos, también lo necesitan.

Ahhh si eres uno de ellos gracias!!!