lunes, 21 de noviembre de 2016

Disfrutar o atesorar... (con Mary Poppins)

Cuantas veces atesoramos cosas y dinero y nos olvidamos de disfrutarlas...

Nunca me cansaré de ver la película Mary Poppins, es de esas que siempre tienen algo que enseñarte. Me gusta fijar mi atención cada vez en cosas distintas ,y he de decir que me parece que está llena de pequeños detalles con significado.

Hoy zapeando he llegado a ella, ya estaba empezada, más bien casi terminando, justo en la escena de los dos peniques que padre e hijos llevaban al banco, ¿os acordáis?

Me ha llamado poderosamente la atención la cara de sorpresa de los hijos ante la reacción de su padre, cuando en lugar de dejarles utilizar sus dos peniques para comprar comida para las palomas, algo que iba a llenar su corazón, y que para ellos tenía todo el sentido,  les induce a guardarlo en el banco con el fin de atesorar para el futuro, y no digo que haya que derrochar, ni dejar de enseñarles a los niños el valor del dinero que se consigue luchando, digo que todo en su justa medida... los extremismos nunca son buenos...


Expresiones de incredulidad y tristeza. Y es que los hijos necesitan pequeños gestos de amor que les ayuden a conectar su mundo con el de los adultos.

Pensándolo bien,  en muchas ocasiones dotamos de mayor importancia a lo material que a aquello que puede producir una satisfacción emocional, pensamos que el bienestar nos lo produce el poseer, y lo triste es que cuando queremos darnos cuenta de que nos hemos equivocado ya ha pasado lo bonito de ese momento, ya no podemos rebobinar, momento que se va, ya no vuelve.



Que poco edificante es centrarse principalmente  en lo material, las reacciones de las personas que están enfocadas ahí están desprovistas de emociones, es obvio, como se va a estar si se permanece constantemente "...encerrado con montones de dinero frío y triste...", dice Bert, refiriéndose a los banqueros... que frase más inteligente!  aplicable por otra parte a muchos profesionales en distintos campos.

Conversaciones llenas de contenido, de un adulto amigo a unos niños desorientados...

Un padre que vive una situación así siempre necesita que le ayuden un poco...les dice el deshollinador, y estoy de acuerdo, la mayoría de las personas que permanecen más inmersas en ese mundo de materialidad necesitan más apoyo aunque no lo sepan ver, ni lo aparenten, por qué en su fuero interno se sienten muy solos. 

Qué equivocados estamos cuando pensamos que las cosas materiales nos darán la felicidad, nos pueden ofrecer momentos de disfrute, eso es innegable,  pero la felicidad es un estado de bienestar interno, de paz con uno mismo y con el entorno, de aceptación con alegría no con resignación, que no depende de tener sino de ser, no va de cómo estamos sino de cómo nos sentimos ...   


Regalar y acumular momentos, es mucho más gratificante que atesorar peniques, y si la vida nos da píldoras amargas, ya sabéis  con un poco de azúcar, y de magia, se tragan mejor... 







domingo, 6 de noviembre de 2016

Entre vides anda...el juego

Si, hoy necesitaba respirar, perderme en la madre naturaleza y llenarme de oxígeno.

He cogido el coche sin rumbo, en busca de los colores del otoño, del baile de sus hojas al caer, del olor de la tierra, del chasquido al caminar.

Me he detenido entre vides..., necesitaba soltar enojo, rabia acumulada, hablarme en voz alta, incluso gritar.

En ocasiones uno siente impotencia...


El paisaje no podía ser más hermoso, he pensado que la naturaleza desharía mi enojo.

Y así ha sido...

Uno no puede contemplar sin dejar de estar enfadado... se necesitan los cinco sentidos para percibir, sentir, y emocionarse, ¿como no hacerlo ante tanta belleza?

Paseando entre las vides, acompañada por el silencio y el olor a uvas pasas, me he dado cuenta de que solamente nos perturba aquello a lo que le permitimos llegar a los mas profundo de nuestro interior.
Allí se esconden granos que van acumulándose formando racimos de encono, de rencor, de envidia, de ira, que lejos de ser dulces como las uvas lo único que nos aportan es amargura. Hay que encontrarlos y recogerlos, transformándolos en  aprendizaje, aceptación, reflexión... 
 
Que no podemos permitir que nada ni nadie maneje nuestra felicidad, ensombrezca nuestros logros,  nos impida disfrutar de momentos dulces.

Soy afortunada, reconozco mis miedos y los combato.


Allí, entre las parras, no sentía sino emoción por la grandeza de lo que se abría ante mi. Mis ojos iban del verde al rojo, y al morado, y al granate, y otra vez al rojo y al amarillo y al naranja, a cual más hermoso, y yo, como siempre que contemplo la naturaleza, extasiada!

Un paisaje cambiante, dependiendo de la estación que vive, pero, aún cuando pierde sus hojas , y queda la cepa al desnudo, lleno de luz, y  de vida. 

Lo que sentimos ante lo que acontece lo decidimos nosotros, con nuestras reacciones, y nuestros pensamientos.

La vida como el paisaje de las viñas, tiene colores increíbles,  algunos teñidos de dolor, de contrariedades, de injusticias, es verdad, como también lo es que si observamos el conjunto de lo que vivimos la imagen es maravillosa, no podemos quedarnos sólo con aquello que no nos gusta.




Os propongo un juego: fijar la atención en aquello de positivo y bello que nos rodea, es mucho y muy variado, escribidlo cada día, cuando vemos las cosas escritas  tomamos más consciencia,  y después agradecer a la vida por ello.
Os aseguro que da resultado, probadlo!

No se puede perder tiempo, esta vida es una y pasa... y se seca...